Carlos Morán Balaguer

Carlos Morán Balaguer, el abuelo, con los utensilios propios del oficio

Ramón Morán Valero, actual propietario de Helados Morán, pertenece a la tercera generación de una saga de heladeros que tiene su origen en Ibi, una localidad del interior de Alicante, que ha surtido de heladeros a toda España, y norte de África, desde hace ya más de 150 años. Tenemos que remontarnos a los años 20 del anterior siglo, justo hace 90, para encontrarnos por las calles de Ciudad Real, cargado con su garrafa de helado, o con su carrito de madera, a Carlos Morán Balaguer, abuelo de Ramón, que hacía siempre su entrada en la ciudad por la calle Ciruela, recién apeado del tren. “Mis dos abuelos fueron heladeros, yo no podía ser otra cosa”, nos comenta Ramón mientras cuenta que en aquellos tiempos las heladerías no existían y los vendedores de helado recorrían las calles y plazas, o se instalaban en alguna de éstas, transportando sus garrafas o empujando su carro en busca de los clientes. El recipiente en el que se transportaba el helado estaba formado por un cilindro de metal, montado de forma concéntrica en uno de corcho. Los huecos que dejaban estos cilindros se rellenaban con hielo y sal. El abuelo de Ramón, a quien acompañaba su hermano Vicente, recorría toda España durante la temporada de calor, la cual se iniciaba en Semana Santa y terminaba en el mes de octubre. Entre las diversas ciudades que esta familia visitaba con mayor frecuencia estaban Bilbao, Zaragoza, Sevilla y Ciudad Real. Durante esta primera etapa, que podemos fijar en el tiempo en 1925, llegan los dos hermanos a Puertollano y en 1926 deciden que Carlos vaya a Ciudad Real y Vicente se queda en la ciudad minera. En ambas continúan hasta el inicio de la Guerra Civil, en 1936, tres años en los que no visitan Ciudad Real. Terminada la guerra, pasan unos años en Sevilla y, finalmente, Carlos decide quedarse a trabajar en Ciudad Real. Hoy, casi un siglo después, ambas familias conservan la tradición heladera en las dos ciudades.

A Carlos (que murió muy joven) le acompañaba en aquellos años su hijo Ramón Morán Beltrá, que se casa con Teresa Valero Vilaplana, padres del actual dueño, y que abre el primer local comercial fijo a finales de los años 40. De hecho existe una fotografía del año 1951 que corresponde a lo que entonces era el Bar El Pajarillo, local que alquilaba por el verano y que fue lo que hoy podemos considerar como la primera heladería fija de Ciudad Real. Otro local que duró muchos años, primero en alquiler, fue el que correspondía a “Plaza del Generalísimo, 40” (hoy, Plaza Mayor), donde nació Ramón. Ramón Morán Beltrá, que también murió relativamente joven, está al frente de la heladería hasta los primeros años 80, momento en el que empieza a delegar en su hijo, y actual responsable, Ramón Morán Valero. Tiempo después se adquiere la casa en propiedad. Desde 1996 Helados Morán ocupa exactamente el espacio que todos los buenos aficionados al helado conocen. En estos momentos posiblemente sea el establecimiento que más tiempo lleva ejerciendo su actividad en la Plaza Mayor.

Ramón Morán Valero niño

En el centro, Ramón Morán Valero, actual dueño, con 5 años

Pero estas tres generaciones (Carlos, Ramón I y Ramón II) han estado siempre respaldados por un cuarto elemento, común a los tres, y alma del negocio: el helado. De todos es conocido el nombre La Ibense. Así se llaman numerosas heladerías de España. Y de hecho es raro que Helados Moran no se llamase también La Ibense, pero en este caso pudo más el apellido familiar que el pueblo de origen. Y esta marca, Ibense, es una seña de identidad del helado en toda España, una garantía de calidad y de artesanía. “Yo sigo haciendo los helados exactamente igual a como los hacían mi abuelo y mi padre”, afirma Ramón, para quien la tecnología sólo ahorra trabajo y tiempo, pero no aporta nada a la calidad, y menos a la identidad, de sus helados. “Hay sabores nuevos, nuevos productos, pero el Mantecado, Tutti Frutti y el Turrón, son los de toda la vida y los hago igual que los hacía mi padre. Es verdad que tenemos que hablar del helado de queso con arándanos o de chocolate blanco con escamas de chocolate negro, melón o manzana verde, todo eso no se hacía y por tanto no podremos compararlos, pero sí es verdad que la filosofía es la misma ahora que hace 90 años: productos muy seleccionados y procesos artesanales. Simplemente que en lugar de estar dos horas dándole vueltas a una manivela a brazo, lo hace una máquina eléctrica”, afirma Ramón.

También nos habla de modas (casi han desaparecido los de coco y de crema tostada) y de cómo cada vez se consume más helado, sobre todo por parte de las personas mayores, ya que antes se consideraba como una golosina o cosa de niños, e incluso a muchas personas mayores les daba vergüenza tomarlos en público. De hecho hay pocas personas a las que no les guste el helado aunque en España tenemos otra particularidad, y es que casi sólo se consumen en época de calor (junio, julio, y ya menos en agosto y septiembre), mientras que en Europa del norte se toman durante todo el año, como un alimento o un dulce más.

Y finalmente, la pregunta más ingenua, pero que todos nos hemos hecho alguna vez: ¿Cómo se hace un helado?

Helados Morán hoy

La plantilla actual junto a las 3ª, 4ª y, posible 5ª, generación de heladeros

Según Ramón es lo más sencillo del mundo. Lleva, como base, leche, azúcar, nata, un estabilizante (antes se utilizaban productos naturales que había que preparar personalmente, ahora vienen elaborados de fábrica) y yema de huevo, se pasteuriza la mezcla con el objeto de dejarla limpia de gérmenes y se pasa a la mantecadora. Lo demás es maquinaria. “Menudos heladeros estamos hechos nosotros”, comenta Ramón, “nos basta con dar a un botón y ya está, antes había que estar dándole vueltas con una pala de madera hasta que tomaba cuerpo, en un baño de agua con salmuera, para que el agua no se congelase; y en tiempos de mi abuelo era más complicado aún, dando vueltas a una manivela”, termina contándonos Ramón, quien, cuando se retire, dejará Helados Morán en manos de su yerno, Serafín Vico García, que continuará con la tradición familiar en esta “tradicional” empresa ciudarrealeña.