El Ventero ha cerrado sus puertas después de 32 años siendo fieles a la premisa de poner en valor la buena gastronomía manchega y los vinos de la zona, lo que en la memoria colectiva de Ciudad Real siempre ocupará un lugar privilegiado como ilustres embajadores de nuestra tierra.

El Ventero ha sido parada y fonda de turistas, tanto nacionales como extranjeros; lugar de encuentro de una parroquia que no ha parado de crecer; impulsor de iniciativas tendentes a la mejora de nuestras fiestas y tradiciones como el baile del vermú; imagen de Ciudad Real no solo en la mesa, también en la indumentaria con sus blusones típicos de labor…, todo eso y mucho más ha sido este mesón que nació con aspiración de ser un bar más con tapas manchegas, como nos comenta Jesús Moreno-Cid Cruz, su responsable, pero pasado este tiempo, sería de necios negar el auge del local y el trabajo hecho en beneficio de las tradiciones de la ciudad, merecedor de cualquier mención literaria. Porque de sanchos y de quijotes va esto, poniendo coraje, alma y corazón en esta empresa, donde lo más importante han sido la clientela, los trabajadores -que Jesús cifra en más de un centenar, aunque con algunos fijos que han estado casi toda la vida- y, sobre todo y ante todo, la familia, “mis padres, mis hermanos, mi mujer Mercedes Acero y mis hijas siempre han estado conmigo, apoyándome desde el principio hasta el final”.

Un joven Jesús decidió montar por su cuenta el mesón en 1990, estando trabajando con su familia en la pastelería La Deliciosa, unos metros más allá en la plaza Mayor.  “El local de El Ventero era una antigua librería, ocupaba dos pisos, fui poco a poco, alquilamos primero la planta baja, donde pusimos el bar con tapas típicas manchegas; mi familia y mi entonces novia Mercedes me ayudaron”. Ya en 1998 tenían el bar, además de la primera y segunda plantas donde se habilitó un restaurante manteniendo la línea de platos típicos manchegos.

Desde siempre, El Ventero ha sido la primera recomendación culinaria a los turistas alojados en los hoteles de la ciudad o de la Oficina de Turismo creada con posterioridad, “el amplio surtido de platos típicos de La Mancha y vinos de la zona lo hemos tenido nosotros, tiempo ha, casi en exclusividad”.  El 50% de su carta se dedicaba a la gastronomía típica de La Mancha, con menú degustación al principio y llegando a tener antes de la pandemia hasta 24 referencias de platos como nuestras gachas, migas o pisto, el tiznao de la zona de Malagón pero también los gazpachos pastores de Albacete, el morteruelo de Cuenca, el atascaburras… “intentando respetar el origen de los platos pero variando a razón de nuestros gustos, tampoco hemos sido inflexibles a la hora de realizar una elaboración, lo cierto es que tanto turistas nacionales como extranjeros se han ido satisfechos y agradecidos de poder degustar buena comida típica”, subraya Jesús.

Jesús continuará adelante en otra rama de la restauración, demostrando su oficio y buen hacer, en concreto en el restaurante de La Pérgola iniciado en 2008. “Hay que mirar para adelante. Son 32 años de educación hostelera intensiva que me han enseñado a intentar hacerlo mejor ayudado siempre por mi familia y el personal; seguiremos trabajando y, aunque no demos gachas, daremos arroz en La Pérgola, un rincón paradisíaco en el parque del Gasset”.