Dr. Alfonso Espinosa Ruiz / Cirugía Ortopédica y Traumatología
Hospital Quirónsalud Ciudad Real

La pregunta que forma parte del título de este artículo es bastante recurrente en nuestras consultas y genera preocupación entre nuestros pacientes. En las siguientes líneas trataré de dar respuesta a algunas dudas al respecto.

Las lesiones meniscales son las más frecuentes de las que afectan a la articulación de la rodilla, presentándose principalmente en dos picos de edad. Uno es la población joven deportista, que denominaremos roturas traumáticas, y otro corresponde a las personas de mayor edad en la que hablaremos de lesiones degenerativas. En este sentido, los factores de riesgo que se asocian con el primer grupo son la práctica deportiva y el retraso mayor de un año en la cirugía del ligamento cruzado anterior; en las lesiones degenerativas son la edad avanzada (mayor de 60 años), el género masculino, la posición recurrente en máxima flexión de las rodillas, las sentadillas y el hecho de subir escaleras con asiduidad.

Para entender la importancia de los meniscos dentro de la articulación es crucial conocer cuáles son sus principales funciones. Entre ellas destacan la de proporcionar estabilidad a la rodilla, mantener la congruencia articular, absorber y distribuir las cargas para proteger al cartílago y facilitar la lubricación y la propiocepción. Por ello, el deterioro en los meniscos de cualquier origen, ya sea traumático, degenerativo o tras una cirugía, puede producir eventualmente una artrosis de rodilla.

Las sociedades científicas han llegado a un consenso para el tratamiento de este tipo de lesiones. Respecto a las roturas de menisco traumáticas, se ha establecido que la preservación del menisco debe ser una prioridad cuando sea posible, ya que se ha demostrado que con la meniscectomía o extirpación del menisco los resultados clínicos y radiológicos son peores. En este caso, se debe considerar como primera opción la reparación o sutura meniscal y, si no se puede realizar y se lleva a cabo una meniscectomía extensa, debemos ser capaces de revertir los efectos perjudiciales sobre la rodilla con otros procedimientos como el trasplante meniscal. En cuanto a la patología meniscal degenerativa, la meniscectomía no debe considerarse como la primera opción de tratamiento sobre todo si existen signos de artrosis en las pruebas complementarias. En estos casos debe iniciarse en primer lugar un tratamiento conservador que incluya la rehabilitación y la administración de infiltraciones si se precisa. Si pasado un tiempo el paciente continúa con síntomas mecánicos, principalmente un dolor mecánico que aumenta con las maniobras de giro y flexión de la rodilla, puede plantearse el tratamiento quirúrgico.

En definitiva, es muy importante mantener la máxima cantidad de menisco sano para el futuro de la rodilla. El tipo de tratamiento que reciba el paciente debe evaluarse de forma individualizada por profesionales especializados en esta patología.