Media vida de formación y trabajo forjando en Ciudad Real un sueño de niña

Catalina mira a su hija Pilar orgullosa de lo que ha conseguido, a la que siempre ha animado a que se formara si quería ser una peluquera como dios manda, una buena peluquera. Y lo ha conseguido, vaya si lo ha conseguido. 34 años después de aquellos inicios con peluquería propia con tan solo 19 añitos, Pilar Palomares Navas tiene tras de sí una sólida trayectoria con varios desfiles de peluquería, la confianza de clientes de Ciudad Real, de la provincia y de fuera de ella, con participación en cursos de grandes estilistas de Italia, Francia y España. Y es que tiene claro que el éxito no viene ni se mantiene solo, sino que hay que alimentarlo con mucho trabajo y mucha preparación, aprendiendo también del fracaso. Una luchadora nata, hecha a sí misma, que ha tenido claro que el trabajo, si no va guiado de una formación constante y de calidad, no se va a ninguna parte, y más en este sector tan cambiante de la peluquería y la estética.

Peluquería propia a los 19 años

A Pilar le apasionaba este mundo desde que era una niña. Durante unos años la familia tiene que mudarse de Ciudad Real a Guadalajara, donde ella se puso a estudiar e hizo sus pinitos. Cuando vuelve a su tierra, sigue trabajando y formándose a la vez, obteniendo el título profesional en Peluquería y Estética. Viendo que era la hora y el momento de ser independiente y tener su propio negocio, en 1984 alquila un local en la calle Pozo Concejo, cerca de la calle La Mata en el barrio del Torreón, que comparte con sus padres; ellos montan un bar, el bar Agapo, y Pilar la peluquería, totalmente independientes y con acceso diferente. “Aunque había trabajado antes, era como empezar de cero, no sabíamos cómo iba a funcionar”, comenta. Poco a poco se corre la voz de su buen hacer y profesionalidad, ganando algunas clientas en el barrio y en la ciudad. En esos inicios cuenta con una gran ayuda y apoyo, la de su amiga Esther Melero. Los clientes van llegando y el temor inicial de si funcionará la peluquería va desapareciendo. Catorce años después, Pilar Palomares ya participa en sendos desfiles de peluquería en los Salones Zahora de Ciudad Real.

Izq.: en el primer local de la peluquería junto a una de sus entonces ayudantes y un cliente. Centro: Pilar Palomares (con chaqueta azul) con una modelo en los salones Zahora hace 23 años en un desfile organizado por ella. Dcha.: Junto a su madre Catalina y su hermano Javier Palomares en otro desfile benéfico por el huracán Mitch en el Zahora en noviembre de 1998.

Apuesta por la formación

Los servicios más solicitados en Pilar Palomares siempre han sido, lo siguen siendo, el corte, las mechas, el color y las novias. Lógicamente, son peinados que han evolucionado desde mediados de los años 80 hasta hoy día, para lo que Pilar ha sabido adaptarse y ponerse al día, “la peluquería cambia constantemente, no para, más en 30 años, por eso es tan importante la formación por la que yo siempre he apostado”. Tanto es así que durante unos años su peluquería era centro asociado del Ministerio de Educación y Ciencia para realizar las prácticas de los aprendices de peluquería. Fueron años intensos en los que a su jornada de trabajo normal se añadían las horas de enseñanza y prácticas a las alumnas.

Pilar Palomares también ha contado desde que empezó con servicios de estética, como rayos uva, solarium, uñas, maquillaje, depilación, fotodepilación, etcétera.

Con el volumen de trabajo en aumento, Pilar decide instalar la peluquería en el local contiguo, en el número 2 de la calle Pozo Concejo, donde ya dispone de escaparate y vistas a la calle y más espacio donde atender con mayor comodidad a sus clientes, tanto mujeres como hombres. Hoy en día, mantiene clientas desde el primer día, y los hijos de estas, pero también entra gente nueva. Por lo general, explica Pilar, el cliente tiene una idea muy clara de lo que quiere pero siempre se deja aconsejar e incluso solicita información de cómo cuidarse el cabello, algo que cada vez es más importante en la sociedad actual.

A lo largo de su trayectoria ha tenido varias trabajadoras, a las que agradece enormemente su labor. Desde hace unos años, su hija Cristina Sánchez Palomares trabaja en la peluquería, aprendiendo y formándose como ella hiciera en sus comienzos. Asimismo, la acompañan dos oficialas de confianza desde hace muchísimos años, Nati Antillaque y Encarnación Ruiz, dos fieles e incansables colaboradoras que siempre están al pie del cañón. En total, son cuatro personas en plantilla que “trabajamos en equipo, se trabaja mejor así, como si fuéramos uno”. Y sin pasarse del horario de trabajo, “soy muy estricta con eso desde que empecé, hasta conmigo misma”.

De izquierda a derecha: Pilar con una placa concedida por el Ministerio de Educación en un acto en Manzanares hace 23 años al ser centro homologado de prácticas de peluquería; Pilar en la antigua peluquería y fachada del primer local que compartía con el bar Agapo que tenían sus padres, aunque cada negocio tenía su puerta como se ve en la imagen.

Por último, Pilar recuerda emocionada que han sido muchísimos los buenos momentos pero también ha habido malos en los que incluso ha pensado en tirar la toalla, aunque en este último caso siempre ha tenido el apoyo de sus padres Catalina Navas y Agapito Palomares, y de su marido Juan Francisco Sánchez con el que, además de Cristina, tienen otro hijo, Alberto, que ha tomado otros destinos profesionales.

Sin duda, una mujer luchadora, que no ha perdido ese ‘hambre’ por aprender y conocer las últimas tendencias en estética y peluquería para poder aplicarlo en su trabajo, forjando desde la nada el sueño que tenía desde niña. Con la posibilidad de que en el futuro haya una segunda generación que siga la senda de Pilar, que ya mira con satisfacción y orgullo a su hija Cristina igual que lo hacía su madre Catalina.

Texto: Oliva Carretero

Fotos: Pilar Palomares; Ayer&hoy