Si decimos Hermanos Parada, de repente se nos ilumina el rostro y revivimos las piruetas de equilibrio, trapecio, malabares y, cómo no, la pantomima de corrida de toros tan solicitada por los niños… Y es que 50 años continuados de circo por muchos municipios de la provincia de Ciudad Real han hecho que formen parte de nuestra familia hasta el punto de que en verano de 2021, tras la desescalada por el COVID-19, la respuesta del público fue mejor que nunca, produciéndose un bonito reencuentro, “la gente ha pasado mucho miedo por el coronavirus, había muchas ganas de vernos y hemos recibido muchísimo cariño”, comenta Esperanza Parada Jiménez.

Pocos protagonistas de nuestros Ayer y hoy de… presentan las credenciales que esta larga y querida estirpe de artistas circenses. Cinco generaciones y 88 años de la fundación del Circo Hermanos Parada avalan el buen oficio y la pasión de estos titiriteros afincados en Torralba de Calatrava hace casi 25 años (y vecinos ejemplares de Las Casas). Trapecistas, equilibristas, magos, payasos y malabaristas autodidactas del circo Hermanos Parada han paseado su arte e ingenio dando felicidad y alegría por media España, principalmente Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía. El circo tradicional y al aire libre de sus tatarabuelos y bisabuelos se ha mantenido con el paso del tiempo, por él apuestan en la actualidad, conscientes de la riqueza que da el contacto tan directo con la gente.

Izq.: En la imagen los padres de Esperanza Parada, David y Luisa; su tío Carlos y sus tíos Luis e Isabel. Entre los niños, sus hermanos David, Raúl y María del Carmen y sus primos e hijos de Luis e Isabel: Eduardo y Guadalupe. La foto se hizo en Almería en el rodaje de la película ‘Clayton Drumm’ en 1978. Centro: David Parada Pomoró y Luisa Jiménez (padres de Esperanza), junto a Carlos Parada Pomoró. Derecha: Números de equilibrio y trapecio en la actualidad.

Sorprende en esta historia el hecho de que la vena circense proviniera de las mujeres, no de los hombres. El primer Parada, Esteban Eduardo Parada Silva, no era de circo. Huyendo de Portugal (años 30), se afincó en Madrid donde conoció a Mónica Guadalupe Pomoró Calero, hija de familia circense. Algo semejante ocurrió con los padres de Mónica Guadalupe, María y Carlos. Ella llegó a Madrid con el circo de su familia donde conoció a Carlos, quien llegó a actuar en el famoso Circo Price de Madrid y realizó giras por todo el mundo, nos cuenta su bisnieta Esperanza.

El circo de los hermanos Parada se constituyó formalmente en 1934 de la mano del primer Parada, su esposa Mónica Guadalupe, una hermana de ésta y un niño casi recién llegado al mundo, el primogénito de la familia, Eduardo Parada Pomoró, al que posteriormente se unirían sus tres hermanos Carlos, Luis y David. “Casi siempre estaban por el norte, llevaban una mula con un carromato, cuatro trastos y algo de ropa, iban de pueblo en pueblo actuando al aire libre, colocaban una alfombrilla sobre la que hacían sus números de equilibrio, trapecio y un poco de magia, cada espectador llevaba su propio asiento, pasando al final el sombrero o el platillo para que cada uno diese la voluntad por el espectáculo, era un circo de supervivencia”, explica Esperanza. Cada hermano se especializó en una práctica circense: la magia en el caso de Eduardo; Carlos actuó de payaso “el verdadero Tarugo junto con el abuelo”, dice Esperanza; ocupándose Luis y David de los saltos y el trapecio.

El trabajo y la familia continuaron creciendo, los hermanos seguían juntos –Eduardo llegó a retirarse-, sumando 30 o 40 personas viviendo en y del circo, “en verano hacíamos el espectáculo al aire libre y en invierno sacábamos la carpa”, nos cuenta Esperanza, aunque a finales de los 90 tuvieron que separarse debido a la inviabilidad de continuar “y mantenerse” tantas personas en un mismo circo. Hoy en día, el circo Hermanos Parada se ha subdividido en siete ramas, dispersos por el centro y sur del país.

En el caso de Esperanza Parada, en su circo trabajan uno de sus hermanos, su marido y sus padres, David Parada y Luisa Jiménez. La esencia artística es la misma que la de sus antepasados y se trabaja igualmente para la supervivencia, aunque con algunas mejoras gracias a los avances tecnológicos, “mi caravana es como una casa andante, con todas las comodidades, además en el espectáculo al aire libre se pone un escenario con unos pórticos de los que cuelga el trapecio, tenemos mejor vestuario, luces y asientos incluidos; en el circo de carpa, la tecnología nos facilita el montaje, con mandos e iluminación controlada por ordenador”.

Izq.: Circo al aire libre de los hermanos Parada en el barrio de Los Ángeles, de Ciudad Real, en el año 1975. Centro: Corrida de toros, una de las actuaciones con mejor acogida durante toda la trayectoria del circo. Dcha.: David Parada Pomoró junto a dos de sus hijos (Esperanza en el centro).

Esta hija, nieta, bisnieta y tataranieta de titiriteras rompe una lanza en favor de las mujeres del circo: “Su vida era muy dura, mi madre ha tenido seis hijos (viven 5, David, Raúl, Mª Carmen, Gema y Esperanza), cada uno ha nacido en un sitio diferente, alguno de ellos en el propio circo, no tenían las comodidades de ahora, no tenían lavadora, la ropa y los pañales tenían que lavarlos en el río, no había descanso por maternidad, y además tenían que actuar en el circo”.

En la actualidad, con la pandemia dichosa, algunos familiares Parada llevan casi dos años sin actividad alguna, “cada uno hemos tenido que buscarnos las habichuelas, mi marido estuvo instalando placas en Zaragoza y yo me fui con otro circo al norte durante seis meses”. En este sentido, lamenta el poco conocimiento y reconocimiento que existe sobre el mundo del circo, “somos profesionales como cualquier otro, con una formación adquirida, aprendizaje y práctica constantes, con la única diferencia de que el circo no es nuestro trabajo, es nuestra vida”. A ello se suman otras dificultades, el pago de tasas e impuestos de un circo “cuando en el espectáculo al aire libre no tenemos una entrada estipulada, se paga la voluntad, salvo los niños que pagan dos euros”, a lo que se une el desgaste físico, la dificultad de enseñanza para los hijos…

Sus padres son mayores pero mantienen viva la ilusión, están deseando salir al escenario para dar las gracias y despedirse del público, “mi padre David está muy ilusionado con ver el montaje de la carpa entera que adquirimos en Italia, si esto de la pandemia va bien, espero darles ese capricho esta primavera”, concluye emocionada.

Texto: Oliva Carretero. Fotos: Cedidas por Esperanza Parada