Marta Arteta Jiménez / Presidenta del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Ciudad Real y secretaria general del COFCAM

El alcance, la magnitud y las repercusiones mundiales de las enfermedades infecciosas emergentes a las que nos enfrentamos hoy día, necesitan de un enfoque global que contemple la salud pública, la sanidad animal y medioambiental y, un ejemplo claro de ello, es la resistencia a los antimicrobianos.

La resistencia a los antibióticos puede afectar a cualquier persona, en cualquier momento y todos formamos parte de la solución; es esencial tener claro el papel que jugamos cada uno de nosotros en este problema.

El descubrimiento del primer antibiótico a mediados del siglo XX cambió el rumbo de la medicina moderna, que pudo así comenzar a tratar la mayoría de las infecciones bacterianas, tanto en los seres humanos como en los animales.

Hoy por hoy, el desarrollo de bacterias resistentes a este tipo de medicamentos constituye una de las amenazas más serias para la salud pública; las bacterias multirresistentes causan 33.000 muertes al año en Europa y generan un gasto sanitario adicional de unos 1.500 millones de euros.

El uso excesivo e inadecuado de los antibióticos es una de las principales causas de este problema en el que todos tenemos parte de responsabilidad. La solución también está en manos de todos. ¡Tú tienes algo que aportar! Haz que los antibióticos sigan funcionando.

Los riesgos de la automedicación.- Muchas enfermedades invernales pueden tener los mismos síntomas, pero tal vez no requieran el mismo tratamiento. Si te han recetado un antibiótico para una enfermedad anterior y te has recuperado bien, puede ser tentador utilizar el mismo antibiótico cuando se presentan síntomas similares. Sin embargo, sólo un médico que te haya atendido puede determinar si una enfermedad invernal requiere tratamiento con antibióticos.

La toma de antibióticos para combatir los resfriados y la gripe no te beneficiará.

Además, los antibióticos pueden provocar desagradables reacciones adversas como diarrea, náuseas o erupción cutánea. Tomar antibióticos para combatir infecciones bacterianas leves, como rinosinusitis, dolor de garganta, bronquitis o dolor de oídos es, a menudo, innecesario ya que en la mayoría de los casos nuestro sistema inmunitario es capaz de vencer tales infecciones. La mayor parte de las enfermedades invernales mejoran al cabo de dos semanas. Si los síntomas persisten, es importante consultarlo con el médico.

 

El medicamento correcto.- Hasta el 80 % de las infecciones invernales que afectan a la nariz, los oídos, la garganta y los pulmones son de origen vírico, por lo que tomar antibióticos no las curará. La mayor parte de los síntomas de las enfermedades invernales pueden aliviarse con otros medicamentos que pueden adquirirse sin receta. Tu farmacéutico puede recomendártelos y aconsejarte si estás tomando medicamentos para otra enfermedad:

– Los analgésicos alivian el malestar, el dolor y la fiebre.
– Los antiinflamatorios, como las pastillas o aerosoles para la garganta, permiten tragar con más facilidad.
– Los expectorantes orales ayudan a expulsar las secreciones de las vías respiratorias.
– Los aerosoles y descongestivos nasales ayudan a respirar con más comodidad
– Los antihistamínicos alivian los estornudos, el picor y la obstrucción nasales
– Beber líquidos en abundancia y hacer algo de reposo ayudarán a mejorar cualquier enfermedad invernal.

Más vale prevenir.- Todos podemos adoptar medidas para reducir el impacto de este fenómeno y limitar su propagación como: Lavarse las manos con frecuencia; practicar una buena higiene de los alimentos; evitar el contacto directo con personas enfermas y cumplir puntualmente con el calendario de vacunas.

(Fuente: PRAN 2023 Plan Nacional Resistencia Antibióticos)