Francisco Javier Morales Hervás / Doctor en Historia

Ya en plena Guerra Civil se empezó a diseñar la política económica franquista, basada en el intervencionismo económico por parte del Estado.

  1. La España de la autarquía (1939-1951)

La posguerra será un período de estancamiento y desabastecimiento, que favorecerá el mercado negro, cierta corrupción administrativa y una gran pobreza en la población.

Agricultura: los productos básicos escasearon al descender la producción por la falta de maquinaria, de abonos y una desfavorable climatología. Se devolvió a sus antiguos propietarios las tierras expropiadas durante la República y la Guerra Civil, y se inició una reforma «técnica» del campo con la creación de organismos como el Instituto Nacional de Colonización, el Patrimonio Forestal del Estado, el Servicio Nacional de Concentración Parcelaria y Ordenación Rural, y el Servicio Nacional del Trigo. El Estado fijaba los precios y los agricultores debían vender al Estado sus productos a bajo precio, lo que, junto con la carestía, promovió el mercado negro. Hasta 1952 se impusieron las cartillas de racionamiento.

Industria: por la Ley de Industria (1939) todas las empresas debían solicitar al Estado permisos para producir, importar y exportar, y se impidieron las inversiones extranjeras que superasen el 25% de una empresa. En 1941 se creaba el INI (Instituto Nacional de Industria), para potenciar la creación de industrias básicas. Se pretendió industrializar el país, pero faltaban los necesarios equipamientos y materias primas.

Los salarios descendieron a niveles inferiores a antes de la Guerra Civil y la inflación de los años 40 fue de las más elevadas de nuestra historia, lo que provocó pérdida de poder adquisitivo. Como los ingresos estatales eran escasos, se generó una gran deuda pública.

  1. Agotamiento de la autarquía (1951-1959)

Se iniciaron cambios en la política económica para ir abandonando la autarquía que estaba llevando al país al colapso económico. El fin del bloqueo diplomático amplió las posibilidades comerciales y económicas del país. Los nuevos gobiernos presen­taban ministros más liberales en el ámbito económico, sobre todo con la llegada de los “tecnócratas”, que promovieron una mayor integración con la economía inter­nacional. España ingresó en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en el Banco Mundial.

En el terreno social, se procuró mejorar la situación de los trabajadores (introducción de los seguros sociales y estabilidad en el empleo), aunque se siguieron negando las libertades sindicales y reprimiendo cualquier movimiento reivindicativo.

 

  1. El desarrollismo económico (1959-1973)

El tecnócrata López Rodó diseñará una nueva política económica, que se expresará en el Plan de estabilización (1959), que pretendía controlar la inflación y suprimir muchas regu­laciones. Los gastos del Estado se ajustaron a los ingresos, se introdujeron nuevas normas fiscales y monetarias, se inició una progresiva liberalización del comercio exterior, se favoreció la inversión extranjera y se devaluó la peseta para impulsar la exportación.

Este plan permitió romper con la autarquía, facilitando las exportaciones, la entrada de turistas y de inversión extranjera para corregir el desequilibrio de la balanza de pagos. Se dio paso a la economía liberal y a una etapa de crecimiento económico que se intentó encauzar mediante Planes de Desarrollo cuatrienales (se aplicaron 4 entre 1964 y 1976), que marcaban «orientaciones indicativas» para los sectores económicos públicos y privados, además de crear polos de desarrollo en zonas deprimidas.

Con estas medidas, se lograron tasas de crecimiento económico sin precedentes (la media anual fue de un 7%). Hubo una fuerte expansión de todos los sectores productivos y un notable incremento del PNB, de la renta «per cápita» y del nivel de vida, lo cual evitó tensiones sociales y sirvió para asegurar la continuidad del régimen. Se iniciaron negociaciones con la CEE, obstaculizadas por el carácter autoritario del régimen, aunque se logró un acuerdo preferencial de reducción arancelaria para los productos españoles (1970).

A este crecimiento también contribuyeron las remesas en divisas enviadas por los emigrantes españoles, los reducidos costes laborales y las enormes inversiones estatales en infraestructuras. No obstante, este crecimiento económico no estuvo exento de notables deficiencias:

  1. Desigual crecimiento de los diferentes sectores productivos
  2. Creciente dependencia de la economía exterior.
  3. Masiva emigración de trabajadores españoles a países prósperos de Europa.
  4. Incremento de los desequilibrios regionales.
  5. Un sistema insuficiente de prestaciones y servicios sociales
  6. Un sistema fiscal regresivo e injusto.

 

  1. El inicio de la crisis económica (1973-1975)

En 1973 comenzó una profunda crisis económica mundial, provocada por la rápida e imprevista subida del precio del petróleo, que en España presentó una especial gravedad por nuestra enorme dependencia energética exterior, la disminución del turismo, el descenso de las exportaciones, la interrupción del flujo emigratorio y el regreso de miles de trabajadores desde Europa.

El gobierno pretendió retrasar las repercusiones de la recesión al intentar mantener los precios internos de la energía subvencionando con dinero público la compra de petróleo, lo que disparó el gasto estatal, agravando más la crítica situación económica.

 

La modernización de la economía en estos años promovió un cambio social que modificó notablemente la realidad social española. Se produjo un intenso éxodo rural que despobló muchas zonas rurales y ocasionó problemas de acceso a la vivienda en las ciudades. Se redujo drásticamente la población activa del sector primario y aumentó de forma considerable la clase obrera. La clase media también incrementó su peso y el aumento de la renta “per cápita” y del nivel de vida contribuyeron a generar una “sociedad de consumo”.

 

Imagen superior: Cartilla de racionamiento española de 1945. Wikipedia