Santillana del Mar es sin lugar a dudas una de las localidades de mayor valor histórico-artístico de España, hasta el punto de que todo en ella es monumento. Cita imprescindible para el turista que visita Cantabria.


Conocida como “la villa de las tres mentiras”, pues ni es “santa”, ni “llana”, ni tiene “mar”, Santillana del Mar es la capital de un municipio de 4.000 habitantes que se distribuyen en diez localidades dedicados en su mayoría a la actividad agropecuaria y, sobre todo, al turismo.


Esta villa medieval de calles empedradas cuenta con un notable grado de conservación, donde el visitante puede transportarse con facilidad a otros tiempos, y está declarada como Conjunto Histórico Artístico. La capital de los que fueran las Asturias de Santillana es considerado uno de los pueblos más bellos de España, así la definió ya el filósofo francés Jean Paul Sartre en su obra “La Náusea”.


Ya en el siglo IX existía en la villa el Monasterio de Santa Juliana, que daría paso a la prestigiosa colegiata de Santa Juliana en el siglo XII, el primero y más importante de los exponentes del arte románico en Cantabria. En torno a la colegiata y su bello claustro, de finales del XII-principios del XIII, se desarrolló un núcleo de población que vivió épocas de gran esplendor económico, como evidencia la riqueza de las numerosas casonas y palacios que conforman esta villa.


Las torres de Merino y Don Borja (hoy sede de la Fundación Santillana) figuran entre las construcciones civiles más antiguas de una localidad empedrada que es imprescindible recorrer a pie para admirar en toda su plenitud la belleza de sus calles y edificaciones medievales. Nos encontraremos así frente a espléndidos edificios como las casas del Águila y la Parra (donde el Gobierno Regional ha instalado una sala de exposiciones), el palacio y la torre de Velarde, la casa de Leonor de la Vega, los palacios de Barreda, Tagle y Villa y un larguísimo etcétera que sería demasiado extenso enumerar.


Santillana del Mar es sede de una intensa actividad cultural, que se desarrolla durante todo el año en sus diferentes salas de exposiciones y museos. En sus empedradas calles medievales podemos encontrar también múltiples talleres artesanos y degustar sabrosa leche con bizcochos, la merienda más popular en la villa.


La naturaleza ha sido también generosa con este municipio, que disfruta de una magnífica costa que invita a la pesca y de las tranquilas playas de Santa Justa y Ubiarco. En las inmediaciones de la capital nos encontramos además con un coqueto parque zoológico que hace las delicias de grandes y pequeños.


Santillana de Mar es, en definitiva, por su historia y riqueza natural, uno de los puntos más atractivos de Cantabria y uno de sus principales focos de atención turística.

Cueva de Altamira

Hablar de Santillana del Mar es hacerlo también de la Cueva de Altamira. Calificada como la “capilla sixtina” del arte rupestre, esta cueva contiene probablemente las pinturas prehistóricas más famosas del mundo. Su descubrimiento, a finales del siglo XIX, provocó una honda polémica y posterior conmoción entre la comunidad científica de la época, reacia en un principio a admitir la antigüedad real de sus pinturas (14.000 años). La cueva fue hallada por casualidad en 1868 por Modesto Cubillas, a través de quien llegó al conocimiento de su primer gran impulsor: Marcelino Sanz de Sautuola. La parte más famosa de la cueva, conocida como la “sala de los polícromos”, no fue descubierta sin embargo hasta 1879, en el transcurso de una visita en la que Sanz de Sautuola iba acompañado por su hija. Durante el siglo posterior a su descubrimiento, la masiva afluencia de visitantes a la cueva comenzó a inquietar a los científicos ante un posible deterioro de las pinturas. Esto provocó en 1979 el cierre de la cueva de Altamira, primero total y después controlado en aras a preservar su valioso contenido. Debido a la fragilidad de su arte rupestre, se crea una réplica de la cueva para deleite de los visitantes en 2001. En este año se inaugura también la actual sede del museo, la cual alberga la Neocueva, una reproducción que permite la difusión del arte de Altamira a todos los públicos.