Sin saberlo, nuestras abuelas y abuelos eran unos grandes recicladores o al menos respetuosos con los recursos disponibles. La compra a granel de productos básicos, el vidrio retornable, la reparación de electrodomésticos, el arreglo de otros aparatos del hogar, la restauración de muebles… Aprendamos y adaptemos sus costumbres a nuestros días. Porque aparte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por Naciones Unidas y la Unión Europea, nuestro planeta lo reclama. O bien seguimos reciclando, reducimos nuestro volumen de residuo o reutilizamos, o todo a la vez. El futuro más inmediato debe pasar por ahí, inexorablemente.

El reciclaje de residuos no es un recién llegado a nuestras vidas. Cualquier niño de corta edad conoce la cultura de separar lo orgánico de un envase de plástico o papel-cartón, y a veces son incluso más intransigentes que los propios adultos, como si fueran más sabedores de las ventajas de echar una lata en el contenedor amarillo. Miles de concursos celebrados en el cole, cientos de disfraces con bolsas de basura o muñecos que animan a separar construyen una educación cívica y ambiental prioritaria en nuestros días.

Pero, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a reciclaje?

El reciclaje es un proceso por el cual se recopilan y transforman residuos en nueva materia prima para poder ser aprovechados de nuevo. En realidad, en los hogares no reciclamos, sino que separamos o clasificamos unos residuos de otros, es el inicio de una cadena que continúa con los ayuntamientos encargados de establecer el mejor sistema de recogida, las empresas de gestión de residuos urbanos, los agentes autorizados y las plantas de tratamiento y reciclaje. El reciclaje está instalado en todas las áreas y ya es posible transformar todo tipo de residuos: aceites, escombros, madera, aparatos eléctricos y electrónicos, papel, pilas o baterías, plásticos, tóner de impresora, vidrio, restos vegetales…

 

¿Por qué debemos reciclar?- Existen aún teorías prosaicas sobre el reciclaje, un mundo complejo del que el ciudadano poco conoce más allá de desechar la botella de agua en el contenedor amarillo, la botella de vidrio en el verde o la caja de cartón (plegada por favor) en el azul. Aún se escuchan voces discordantes sobre el destino final de la botella de agua que reciclamos: “¡Va a parar al mar!” “¡No reciclo porque luego se junta todo!” “¿Por qué tengo que reciclar si no me dan nada a cambio?”

Aunque puedan ser mejorables las políticas de reciclaje de nuestros residuos, que lo son, de hecho se está en pleno proceso de aprobación de una Ley nacional de Residuos, lo que es indiscutible son las razones que nos llevan a hacerlo. Con ello contribuimos a ahorrar energía (ahora que está por las nubes,), y a contaminar menos tanto el aire como el agua al no desecharlo en el vertedero, reduciendo las emisiones de CO2 a la atmósfera y de gases de efecto invernadero, además de evitar el uso de nueva materia prima. Quizá con un ejemplo se entienda mejor. Durante 2020, Ecoembes, la organización sin ánimo de lucro que gestiona el sistema de envases domésticos (plásticos, metal, briks, y papel-cartón) registró una recogida de 1,5 millones de toneladas en España, lo que evitó la emisión de 1,67 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera que equivaldría a lo que emiten las calefacciones de 800.000 personas (la población de la provincia de Tarragona) durante un año.

O más local, en el punto limpio de Larache de Ciudad Real se recogieron y gestionaron para su reciclaje el año pasado 16.000 m3 de residuos domésticos voluminosos (maderas, muebles, colchones, restos vegetales…), lo que supone más de seis piscinas olímpicas.

Parece que algo estamos haciendo bien, casi 39 millones de españoles se declara reciclador, aunque ahora el debate se centra en las instituciones y entidades responsables sobre si el sistema actual es válido para los retos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas o la Unión Europea, entre otros, recuperar el 55 % de los residuos domésticos en 2025 (actualmente rondamos el 35 % a nivel nacional, el 43 % en territorio del RSU de Ciudad Real) así como evitar que cualquier residuo apto para su reutilización, reciclaje o valorización (materiales válidos y vendibles para una segunda vida) acabe en los vertederos en 2035.

Como hemos apuntado antes, el reciclaje no está solo en esta ‘guerra’. Cuenta con dos aliados muy importantes para ir ganando batalla a batalla: la Reducción de envases y la Reutilización. Las 3 ‘R’ famosas para la reducción de emisiones contaminantes. A ello se suma el concepto de economía circular, del que ya habrán oído, y cuyo objetivo, establecido por el Parlamento Europeo, es “reducir al mínimo los residuos, apostando por la reutilización, reparación, renovación y reciclaje de materiales y productos existentes. Avanzar hacia una economía más circular reducirá la presión sobre el medio ambiente, aumentará la seguridad del suministro de materias primas, impulsará la competitividad, la innovación y el crecimiento, y creará puestos de trabajo”. Según explican desde una empresa de gestión, la economía circular establece una jerarquización en el tratamiento de residuos, una pirámide, donde lo prioritario es la reducción y en último lugar se sitúa el vertedero, los lixiviados.

A este respecto, Antonio López, gerente de Ecoembes en Castilla-La Mancha, señala que tanto las comunidades autónomas como las administraciones locales están poniendo todo su empeño para conseguir un sistema de producción y consumo diferente al actual, basado en el usar y tirar, “que dé paso a una verdadera economía circular, que considere los residuos como recursos”. Alguna prueba de ello son las declaraciones de Valladolid y Sevilla impulsadas por la Federación Española de Municipios (FEMP) en colaboración con Ecoembes. A ésta última se adhirieron 231 municipios con más de 20 millones de habitantes.

Algunos ayuntamientos ya están poniendo en práctica modelos relacionados con la reutilización. En Ciudad Real capital se ha iniciado, gracias al proyecto europeo Urbact, un taller de reciclaje de pequeños muebles obtenidos del punto limpio, “creo que las administraciones, aparte de concienciar sobre el reciclaje, tenemos mucho trabajo por delante también en materia de realizar acciones encaminadas a la reutilización”, comenta Mariana Boadella, concejal de Medio Ambiente de Ciudad Real. En su opinión, la reutilización y la reparación debe estar igual de presente que el reciclaje, “no es de recibo que hoy cueste más reparar un aparato electrónico o un electrodoméstico que comprar uno nuevo, nuestros abuelos no consumían tanto, reparaban y reutilizaban más las cosas”.

Recicla con el móvil.- Para ponerlo más fácil e ir al unísono del modelo de sociedad que vivimos, la tecnología móvil ya se está aplicando en el reciclado de residuos en algunos municipios de España, de Aragón, Baleares, Cataluña, La Rioja, Madrid y Valencia. Ecoembes ha puesto en marcha un Sistema de Devolución y Recompensa (SDR) denominado Reciclos con el que se premia a los ciudadanos que reciclan mediante incentivos de carácter ambiental o social (movilidad verde, donativos a oenegés, plantaciones de árboles, etc.) gracias al reciclaje de latas y botellas de plástico. Es muy sencillo, el ciudadano se da de alta en la webapp de Reciclos, fotografía los códigos de barras de los envases a reciclar y los deposita por último en los contenedores amarillos de la calle o en máquinas instaladas en centros comerciales o de ocio. Existe otro método, el conocido como Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) presente en otros países europeos, basado en el cobro al consumidor de una cantidad por adelantado al comprar un producto (depósito), que solo se le devuelve si entrega el envase en perfectas condiciones en una máquina habilitada en los supermercados.

Tecnología aplicada a la recogida de residuos que acaba de empezar y puede desarrollarse sobremanera en los próximos años a tenor de la generalización del 5G. A medio plazo, apuntan otras fuentes, no se descartarían políticas medioambientales que, en función de lo que se recicle y cómo se recicle, premien a los ayuntamientos más cumplidores y ‘castiguen’ a los que no lo son, independientemente de la tasa de basura por habitante, con el fin de que no paguen justos por pecadores.

¿Reciclamos bien?- En general sí, aunque los responsables de la gestión son conscientes de que los cambios o nuevos contenedores tardan un tiempo en conocerse. A la hora de organizar nuestra basura en casa, nos podemos volver locos si tenemos que instalar, a escala pequeña, cada uno de los contenedores presentes en la calle. Desde un consorcio de gestión de residuos sólidos nos dan una pauta sencilla: “Lo más importante es la correcta separación, dividiendo la zona habitual de los residuos en dos, una para orgánico y otra para plásticos, que es lo que más se genera, pudiendo tener aparte otros envases para vidrio y papel-cartón”.

Con la pandemia durante 2020, lejos de reducirse, se ha aumentado la recogida de envases domésticos. Según Ecoembes, el año pasado cada ciudadano depositó 18,6 kilos de plásticos, metal y briks en el contenedor amarillo, un 8,5 % más, mientras que se recogieron 19,3 kilos de papel-cartón, un 0,3 % menos debido al cese de la actividad comercial durante el confinamiento.

Una vez que el ciudadano deposita un envase en el contenedor, el material recogido se traslada a centros de separación y clasificación, del amarillo se separan los metales (latas), briks y los diferentes plásticos: pebd, pet y pead, que luego se limpian, se embalan y se envían con otros transportes a las plantas de reciclaje finales. Según explican desde Ecoembes, son las entidades públicas locales las que se encargan de la recogida de contenedores y trasladan los residuos de envases domésticos a una de las 97 plantas de selección de envases domésticos -de las cuales 68 están automatizadas- dispuestas por todo el territorio español, donde se clasifican los distintos materiales. En este proceso, Ecoembes ofrece asesoramiento técnico permanente, formación a los operarios y realiza controles de calidad de los residuos selecciones. Tras ello, los envases clasificados se envían a uno de los 429 recicladores homologados distribuidos por todo el país para conseguir nuevas materias primas. En definitiva, tanto la actividad de los ayuntamientos como la de Ecoembes está permanentemente auditada por las autoridades públicas.

 

Fausto Marin Megia, Delegado de la Consejería de Desarrollo Sostenible en Ciudad Real

Consumir y reciclar mejor

Fausto Marín

La sostenibilidad se ha revelado los últimos años como condición indispensable de cualquier iniciativa industrial y/o empresarial. La concienciación medioambiental parece que va calando entre nosotros, que estamos empezando a convencernos de que los recursos naturales son finitos y de la necesidad de preservarlos.

Desde nuestros hogares, podemos hacer mucho más de lo que creemos por la conservación de nuestro entorno, si sabemos cómo hacerlo. De ahí que desde el Gobierno de Castilla-La Mancha tengamos en marcha un ambicioso programa de educación ambiental que, entre otros objetivos, pretende que todos conjuguemos adecuadamente la regla de las tres R (reducir, reciclar y reutilizar) y sepamos separar nuestros residuos domésticos para facilitar su transformación en otros productos de consumo. Un par de ejemplos: con 80 latas de refresco se fabrica una rueda de bicicleta, o el cartón de ocho cajas de cereales se convierte en pasta de papel para imprimir un libro entero.

El conjunto de medidas para favorecer el uso eficiente de los residuos está recogido en el Plan Integral de Gestión de Residuos de Castilla-La Mancha, aprobado por Ejecutivo regional en 2016, así como la Estrategia de Economía Circular, que fue aprobada en Consejo de Gobierno el pasado 2 de marzo y entró en vigor el 31 del mismo mes. Para implementar este conjunto de medidas es necesario contar con la participación e implicación de diversos agentes, como, diputaciones provinciales, ayuntamientos, la Federación Española de Municipios y Provincias, así como los productores, los proyectistas, las asociaciones profesionales, las asociaciones empresariales, o los colegios oficiales, agentes clave todos ellos para alcanzar los objetivos perseguidos con la implementación del Plan.

No obstante, si importantes son las R de reciclar o de reutilizar, la esencial es la de reducir, que sepamos hacer un uso eficiente de la energía, de los bienes materiales y, sobre todo, de los alimentos. En 2019 se tiraron a la basura en nuestro país 1.852 millones de kilos de alimentos y bebidas, aproximadamente el 4,7% de los alimentos adquiridos por las familias españolas, un gasto y una pérdida inútiles de recursos en toda la cadena alimentaria que nos tienen que hacer reflexionar y que ha llevado a gobiernos como el del presidente García-Page a poner en marcha la denominada “Estrategia contra el desperdicio alimentario”.

En resumen, no se trata de consumir menos, sino de consumir mejor y, sobre todo, de reciclar. El planeta nos lo agradecerá.

 

Consorcio de Residuos Sólidos Urbanos

RSU: 18 años de recogida selectiva

El Consorcio de Residuos Sólidos Urbanos, dependiente de la Diputación Provincial, gestiona los residuos de más de 92 municipios de la provincia y 375.000 habitantes. Con una flota de más de cien vehículos, 270 trabajadores y setenta rutas, RSU trabaja en la recogida de cinco fracciones: envases de plástico y briks, papel-cartón, vidrio, biorresiduos o residuos biodegradables y resto. Este 2021 se cumplen 18 años de los primeros contenedores amarillos y verdes en la provincia. Su eficacia y labor durante este tiempo le han valido varios reconocimientos. Este año precisamente se han comenzado a instalar nuevos contenedores: el marrón, de biorresiduos o residuos orgánicos, y el gris, de resto (donde irían las mascarillas, pañales, toallitas, porcelana, colillas…). Fue en abril cuando se instalaron los primeros contenedores marrones en la periferia de Ciudad Real, para residuos orgánicos, restos de comida en definitiva (pieles y restos de fruta y verdura, huesos y restos de carne, cáscaras de huevo y frutos secos, restos de café e infusiones, tapones de corcho, restos de poda domiciliarios, espinas y restos de pescado…) aunque le seguirán Valdepeñas, Manzanares… y la zona centro de las grandes ciudades. De momento, apuntan fuentes del RSU, “estamos llenando con un 10 % de lo que iba al gris, nuestro objetivo es llegar al 40-45%”.

El año pasado, RSU recogió 167.865 toneladas de residuos en su área de influencia y recuperó 72.829 toneladas, un 43,39 %, una cifra algo más baja que el año anterior pero que desde el consorcio achacan a la pandemia por el temor a posibles contagios por la COVID-19, ya que, en general, en la provincia se recicla por encima de la media regional.

RSU dispone de siete centros temporales donde envían los residuos y de ahí a la planta de Almagro, el centro neurálgico del Consorcio, donde existe una unidad específica de envases donde se separan los briks de las latas y los diferentes plásticos, que luego se envían fuera de la provincia, cada residuo cuenta con su gestor y planta de tratamiento especializada. En cuanto a los residuos orgánicos recogidos (49.585 toneladas en 2020), RSU sí los recicla en Almagro, “el tratamiento es mediante un sistema de túneles de compostaje, fermentación, afino y cribado para producir compost destinado a los terrenos agrícolas más idóneos”.

Desde RSU apuntan la necesidad de continuar reciclando y de forma correcta, si existen dudas la propia web del Consorcio (https://rsuciudadreal.es ) cuenta con un buscador donde se aclara, ya que existen algunos residuos que se echan directamente al cubo de basura y, aunque desde la planta de Almagro intentan recuperarse, no es aceptado finalmente para un tratamiento de reciclaje.

Ciudad Real, excelente en recogida selectiva, sobre todo en ropa usada

Los puntos limpios son otro recurso básico del reciclaje. Muebles, escombros, electrodomésticos, ordenadores, televisores,… residuos más voluminosos que los ayuntamientos gestionan en estos centros para evitar que acaben tirados en cualquier parte. En Ciudad Real, el punto limpio de Larache es muy utilizado por los ciudadanos, muy concienciados con el reciclaje, si bien la concejal de Sostenibilidad y Agenda 2030 del Ayuntamiento, Mariana Boadella, lamenta algunos hechos que distorsionan el buen uso del mismo, “hay algunas personas apostadas en la puerta que piden a los ciudadanos los residuos que van a dejar en el punto limpio, pero es un error y no es inofensivo, no debemos dejar ese residuo a un gestor no autorizado, además es sancionable”.

Boadella expresa la importancia de depositar cada residuo en su contenedor, “lleva un sistema de gestión muy eficiente que valoriza el residuo, todo se puede valorizar, desde aceites hasta componentes electrónicos”. Por citar un ejemplo, en 2020 se recogieron en el punto limpio 1.900 metros cúbicos de aparatos eléctricos, un 33 % más que en el año anterior.

Destaca especialmente Ciudad Real en la recogida de ropa usada. El año pasado se recogieron 250.000 kilos de ropa, una parte enviada a líneas de reciclaje para fabricar aislantes de construcción, y otra parte se gestiona con Cáritas, entidad con la que existe un convenio para distribuir esa ropa entre gente necesitada y además en la tienda de ropa de segunda mano inaugurada recientemente en la calle Calatrava, “un bonito ejemplo de economía circular que queremos potenciar para mejorar la sostenibilidad de esta ciudad”.

Para la edil, el camino recorrido en materia de reciclaje ha sido grande aunque, en su opinión, el modelo de separación de residuos empleado puede que tenga un límite no ya por el ciudadano que lo está haciendo bien, “el sistema de gestión de residuos está cambiando mucho, hay unas exigencias europeas y ministeriales con una ley en ciernes, por lo que hay mucho margen de mejora”.

Texto: Oliva Carretero Ruiz. Fotos: Ayer&hoy/Ecoembes