Pues a mí me parece, admirado maestro, que, diga usted lo que diga, ahora hay menos libertad que antes. Y no lo digo yo solo, es mucha gente la que piensa como yo. Hoy no pueden decirse (o hacerse) muchas cosas que hace unos años, por ejemplo en la década de los 80 o de los 90 del pasado siglo, eran aceptadas por todo el mundo.
– Para empezar, Lorencito, yo todavía no he dicho nada. Y por otra parte que mucha gente piense una misma cosa tampoco conlleva que tenga razón. ¿Podrías poner algún ejemplo de esa persecución que hoy día se muestra tan activa contra la libertad de las personas?
– Se ven todos los días, especialmente cuando cualquier humorista hace un chiste en el que se alude, a mí me parece que sin ninguna maldad, a personas de etnias distintas a la nuestra, o a individuos con algún defecto físico, ya sabe, los negritos…, los chinitos, los tontos del pueblo, los gitanos… ¡Vamos, que a mí me parece que nos estamos pasando tres pueblos! Y no le digo nada con eso de que ya no se pueda fumar ni en la calle. O los mensajes que ponen en las cajetillas de tabaco, que dan verdadero asco. Y más cosas que ahora no me vienen a la mente pero que están ahí.
– Ya intuyo por donde vas. Sin embargo yo no veo censura, sobre todo por parte de las autoridades, (o sea, del Gobierno, de ese Gobierno que quisiésemos destruir simplemente porque no es el de nuestro partido y al cual alabaríamos hasta la náusea, aunque hiciese lo mismo, si fuese de nuestro signo político), en algo en las que ellas ni siquiera entran. Es la sociedad y las nuevas costumbres (unas mejores y otras peores, según gustos de cada cual) las que ponen los límites, los cuales, por otra parte, consisten, en la mayoría de los casos, en mostrar rechazo ante ciertos actos o actitudes pero sin llevar a nadie a la cárcel por ello o a sancionarlo.
– O sea, que según vuecencia, ahora hay mucha más libertad que antes.
– Sin duda, lo que ocurre es que ahora no se toleran acciones o actitudes que antes se daban como naturales o incluso buenas. La sociedad las rechaza, pero nadie va hoy a la cárcel por un chiste racista o un piropo grosero. Es verdad que ahora se va a la cárcel por pegar una paliza a la esposa mientras que antes incluso la agresión se alababa y comentaba graciosamente por parte del vecindario. Como ejemplo de lo que una sociedad tolera o no tolera, y nada tiene que ver con la censura, aquí van dos ilustraciones de lo que en los años 60 del siglo pasado estaba muy bien visto socialmente y hoy a ninguna empresa se le ocurriría anunciarse de esta manera. Se trata de dos publicidades de bebidas y en ambas se pone a los niños en el centro como consumidores. La del Licor 43 ofrece a dos niños, que acaban de hacer la primera comunión, dos copas de licor con un 31% de alcohol “ya que este licor quiere ser testigo de los momentos felices, porque el día más feliz de la vida requiere lo mejor, lo más puro. Para resaltar este acontecimiento no podía faltar un licor de excepción” proclama, entre otras lindezas, dicha publicidad. En cuanto al de la cerveza, la imagen es muy explícita “Lleve a su casa una bebida para todos…”, y se muestra a una madre sirviendo cerveza a dos niños como si fuese leche. Además el texto, entre otras perlas, afirma que “la cerveza, además de ser una bebida agradable, tiene cualidades únicas, como las de FORTALECER y ayudar a tener un ASPECTO LOZANO”. En definitiva, hoy a ninguna empresa, ni Licor 43 ni a Cruzcampo, se le ocurriría hacer una publicidad semejante, y no porque las autoridades se lo prohibiesen, sino porque todos sabemos, por poco formados que estemos, que el alcohol no es bueno ni para chicos ni para grandes y especialmente pernicioso para los niños.
– Bueno, creo que ahora lo entiendo.
– Así lo espero Lorencito, porque ambos anuncios se publicaron en lo más duro de la dictadura franquista, la cual no se caracterizó precisamente por potenciar las libertades democráticas aunque toleraba muchas barbaridades contra el ser humano, sobre todo contra los más débiles, que entonces éramos mayoría.