Francisco Javier Morales

Francisco Javier Morales Hervás/ Doctor en Historia

Aunque desde hace algo más de 10.000 años vivimos en una etapa cálida, tras la finalización de la glaciación de Würm, esto no quiere decir que en estos diez milenios el clima haya mantenido unos valores constantes a nivel planetario. Por ejemplo, ciertas investigaciones señalan que hace algo más de 4.000 años se pudo iniciar a escala mundial un período de cierta tendencia a la aridez, que conllevaría una regresión de los recursos hídricos durante más de mil años. Desde que el ser humano habita la Tierra una de sus prioridades ha sido localizarse cerca de lugares con fácil acceso al agua, pero en determinados momentos, como a finales del III milenio a.C., el control del agua pasó a ser una prioridad absoluta.

Coincidiendo con este proceso, comprobamos cómo los patrones de asentamiento que habían caracterizado durante la Edad del Cobre a los habitantes de La Mancha y comarcas aledañas empiezan a modificarse y se estructura un nuevo modelo en el que destacan dos tipos básicos de poblados: en altura y en llano. Los primeros recibirán la denominación genérica de castellones o castillejos y los segundos serán denominados motillas. El término de motilla empezó a ser empleado por los habitantes de poblaciones agrarias de La Mancha para referirse a pequeños montículos que destacaban de forma notable en la inmensa llanura manchega. Realmente se trata de poblados con unos 4.000 años de antigüedad, que, tras su abandono, dieron lugar a esos montículos artificiales que en muchos casos se han visto alterados por labores agrícolas.

En la actualidad se conocen una treintena de motillas, documentándose la inmensa mayoría en la provincia de Ciudad Real, sobre los acuíferos 23 y 24, y entre todas ellas destaca, sin duda, la Motilla del Azuer, que, gracias a las labores de investigación arqueológica que se iniciaron en 1974, constituye el ejemplo paradigmático de este tipo de poblados de la Edad del Bronce. La Motilla del Azuer es un monumento prehistórico de primera magnitud, con unos valores históricos y arquitectónicos extraordinarios, que motivaron su declaración como Bien de Interés Cultural en el año 2013.

Motilla  del AzuerEs un yacimiento único en el que podemos visitar el pozo más antiguo de la Península Ibérica, con unos 4.000 años de antigüedad.

La motilla del Azuer se estructura a partir de un eje central representado por una torre de mampostería de planta cuadrangular, que alcanzaría más de 10 metros de altura. Alrededor de la torre se configuran una serie de murallas concéntricas que protegían diversos recintos en los que se desarrollaban actividades artesanales y de almacenamiento de ganado y de cereales y leguminosas.

Estas líneas de muros provocan que la motilla tenga una cierta configuración laberíntica que hace muy atractiva la visita porque permite desarrollar un recorrido sorpresivo que culmina en un gran patio trapezoidal donde se puede admirar una espléndida estructura hidráulica que, en gran medida explica la existencia de este complejo recinto fortificado, pensado para proteger un valioso recurso en una época de escasez.

Somos unos privilegiados por contar en nuestra provincia con un tipo tan especial de poblamiento de la Edad del Bronce como el que representan las motillas y por ello resulta muy recomendable visitar la motilla del Azuer para encontrar en su laberíntica estructura las claves de una época llena de enigmas, que, seguro, no nos dejará indiferentes. El complemento idóneo a este viaje por la historia será un reconfortante paseo por el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, una vez que hayamos recobrado fuerzas con la sugerente oferta gastronómica daimieleña, en la que no podremos dejar de probar los excelentes vinos de esta tierra.