Francisco Javier Morales Hervás /
Doctor en Historia

La proclamación de la Segunda República generó en muchos españoles la ilusión de empezar a ver materializado su anhelo de ir superando el retraso económico y cultural y las desigualdades que lastraban el progreso de nuestro país. Aunque nuestra tierra tradicionalmente se había caracterizado por mostrar una cierta actitud conformista, el cambio producido a partir del 14 de abril de 1931 animó a diversos colectivos a plantear sus protestas con más intensidad. Era lógico que, en una provincia como la nuestra, que presentaba una distribución tan desigual de la propiedad agraria, resultasen prioritarias las reivindicaciones protagonizadas por jornaleros que aspiraban a beneficiarse de un reparto más equitativo de la tierra.

La anhelada Reforma Agraria se convertirá en el eje fundamental de la agitación social que se experimentará en muchos municipios de nuestra provincia. La aprobación en septiembre de 1932 de la Ley de Reforma Agraria generó entre los numerosos jornaleros de las provincias latifundistas grandes expectativas, pero la lentitud en su aplicación, especialmente durante el Bienio Radical-Cedista, acabaría provocando entre los obreros del campo una desilusión que derivará en protestas y ocupaciones descontroladas de fincas. Este malestar sería canalizado a través de organizaciones sociales, entre las que asumió un especial protagonismo la Federación Nacional de Trabajadores de la Tierra, que estaba integrada en el sindicato socialista UGT y que alcanzaría un amplio seguimiento en la mayoría de los municipios de nuestra provincia.

Como complemento a la Ley de Reforma Agraria hubo otras normas, como el decreto de Intensificación de Cultivos, por el que se cedían tierras a los campesinos durante dos años para que las pusieran en cultivo. La entrada en vigor de este decreto a finales de 1932 incrementó la conflictividad social en numerosos municipios, muchos de ellos del Campo de Montiel, destacando los sucesos producidos en Castellar de Santiago, donde el 12 de diciembre el alcalde, Estanislao Marcora, fue atacado por un grupo de sindicalistas. Varios vecinos quisieron ayudar al alcalde y se produjo un tiroteo durante el cual recibió un balazo un miembro de la Casa del Pueblo, Aurelio Franco, que, al sentirse herido, dio varias cuchilladas a un terrateniente, que moriría al día siguiente como consecuencia de las heridas. Ante esta situación, algunos patronos se organizaron para llevar a cabo una venganza, que provocó la muerte de Aurelio Franco y de otro miembro de la Casa del Pueblo, Eliverio Coronado.

Izq.: Distribución de la tierra agrícola en España en 1931. Dcha.: Marcelino Domingo, ministro de Agricultura e impulsor de la Ley de Reforma Agraria.

Los sucesos de Castellar de Santiago son una muestra de la conflictividad social de estos años, que en nuestra provincia también encontró en las zonas mineras de Almadén y Puertollano otro de sus principales focos de reivindicación obrera, especialmente a través de las huelgas que se sucedieron como consecuencia de la crisis del carbón de Puertollano. En 1934 cobró mayor fuerza la protesta obrera. En junio estalló una huelga general campesina, que alcanzó una notable repercusión en unos 25 municipios de nuestra provincia, pero la contundente actuación del gobierno la hizo fracasar, lo cual supuso un duro golpe para la FNTT.

El otro momento de mayor intensidad en las protestas sociales se produjo con la revolución de octubre de 1934, insurrección que se venía preparando desde antes del verano por diversos comités locales en los que tuvieron especial protagonismo militantes socialistas. Se organizaron diversos actos y sabotajes al amparo de la huelga general convocada para el 6 de octubre, pero fracasaron, especialmente en la capital.

En Puertollano los mineros y piquetes en los comercios llegaron a paralizar la ciudad, pero la llegada de refuerzos de la Guardia Civil y de guardias de Asalto desde la capital devolvió la normalidad. En La Solana se produjo un enfrentamiento entre la Guardia Civil y varios miembros de la Casa del Pueblo, resultando muerto un militante socialista. Los hechos más violentos se produjeron en la localidad de Abenójar, donde un numeroso grupo de revolucionarios cortó carreteras y las redes de electricidad y de comunicaciones, entraron por la fuerza en el ayuntamiento, donde izaron la bandera roja, y cercaron el cuartel de la Guardia Civil, tras lo que se produjo un tiroteo en el que resultó gravemente herido un guardia, que moriría unos días después. En resumen, los acontecimientos producidos en nuestra provincia durante la revolución de octubre de 1934 se saldaron con dos muertos, varios heridos y casi trescientos detenidos.

A la izquierda campesinos durante las faenas de la siega. A la derecha columna de prisioneros durante la revolución de octubre de 1934.