Dr. Luis Alberto Marín Morales / Jefe de Servicio de Traumatología y Ortopedia Quirónsalud Ciudad Real

Antes de comenzar con el desarrollo del tema de este mes, me van a permitir que felicite a la revista Ayer&hoy, a su director y a todo su equipo por su décimo aniversario. Su labor divulgativa y su cercanía a la población hacen augurar muchos aniversarios más.

La bursitis es la inflamación de una estructura llamada bolsa serosa. Se trata de una bolsa cerrada que suele contener líquido sinovial y que se encarga de lubricar las articulaciones y facilitar el movimiento de tendones y ligamentos. En ocasiones, y por causas diversas, esa producción de líquido aumenta, conduciendo a una inflamación de dicha bolsa sinovial. La bursa prerrotuliana se encuentra delante de la rótula siendo muy propensa a la inflamación.

Aunque las causas son muy diversas, las más frecuentes son debidas a traumatismos, sobrecarga por movimientos repetitivos de fricción, sustancias químicas o infecciones localizadas. La primera de las causas hace que en ocasiones se denomine rodilla de corredor, rodilla de ama de casa, de beata o rodilla de la criada. Los síntomas presentados en la bursitis prerrotuliana son el dolor articular intenso, la rigidez con limitación del movimiento de la rodilla, calor y enrojecimiento de la zona, hinchazón y, en algunos casos, pueden acompañarse de hematoma y fiebre.

El médico suele determinar un diagnóstico de bursitis de rodilla mediante la exploración física del paciente, pero a veces puede sospechar complicaciones o lesiones y requerir pruebas complementarias para confirmarlo. Estas pruebas pueden ser: una radiografía, para verificar la ausencia de fracturas u otro trastorno del hueso, una ecografía músculo-esquelética o una resonancia magnética. También puede resultar preciso hacer un análisis en el laboratorio del líquido sinovial de la bursa afectada. Pero en la inmensa mayoría de los casos una buena anamnesis (entrevista con el paciente) junto con una correcta exploración, suelen ser suficientes para llegar al diagnóstico.

El tratamiento de la bursitis de rodilla depende de la causa que la ha ocasionado, pero a menudo se trata mediante crioterapia, aplicando frío o hielo local, durante 15 minutos 3 ó 4 veces al día, para frenar la inflamación. Si la bursitis es causada por una sobrecarga, se tratará con reposo y aplicación de frío. Complementariamente al tratamiento, se suelen prescribir medicamentos analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos para reducir el dolor y la inflamación, o antibióticos en caso de ser causada por una infección. Si la bursa está infectada, previamente se extrae el líquido sinovial. Otros tratamientos adecuados pueden ser la fisioterapia manual, el análisis y la corrección postural, la realización de ejercicios de rehabilitación y fortalecimiento de los músculos de las piernas, la infiltración de cortisona local, la terapia con láser, o mediante ultrasonidos. Si los tratamientos anteriormente citados no funcionan, se pueden requerir tratamientos quirúrgicos como la extirpación de la bolsa.