El 4 de enero de 1920 moría en Madrid el autor de Fortunata y Jacinta, Marianela, Tristana, Episodios Nacionales…, algunas de las grandes obras que Benito Pérez Galdós dejó y que ahora son tesoros de la literatura española. Sin embargo Pérez Galdós no solo tuvo una fructífera carrera como literato, sino que también se dedicó a otras disciplinas y tuvo una vida ajetreada, y llena de anécdotas. Como que su primera afición fue el dibujo. Su facilidad sobre el papel y su buena memoria le permitieron obtener el título de bachiller en Artes en 1862 en el Instituto de La Laguna, en Tenerife (había nacido en Las Palmas, en Gran Canaria).
Su técnica preferida era el carboncillo y se dedicaba a retratar personajes y paisajes. Sin embargo, mientras estudiaba arte ya publicaba en la prensa local comenzando la que sería su verdadera carrera.
Pero en relación con sus aptitudes para el dibujo, podemos afirmar que Pérez Galdós era capaz de recordar con precisión todo aquello que veía, pues su memoria visual era tan prodigiosa que le permitía recordar capítulos enteros del Quijote.