Chechu Aranda / Jefe de prensa del BM Caserío

Hola a todos, ya está aquí el deporte más bonito del mundo: el balonmano. Hoy os vamos a contar nuestra última aventura en África. Empieza. Hoy nos toca levantarnos temprano para ir al aeropuerto. Después de unas horas de espera cogemos el primer avión para El Cairo. Al llegar a El Cairo, a pesar del cansancio, todos estábamos muy activos. Cogemos el segundo avión hacia Adís Abeba y por fin llegamos. Son las 5 de la mañana y el sueño ya se va apoderando de nosotros. Siesta en el aeropuerto hasta que nos recogen para llegar a nuestro primer destino, Debre Libanos. Nada más llegar los niños se abalanzaron hacia nosotros llenos de ilusión y ganas abrazarnos a todos. Miguel Ángel nos había hablado mucho de la comida típica de allí, la engera, y por fin la probamos. Aunque con cierto gusto ácido, con la salsa que la acompaña estaba buena, muy distinta a la comida española. Después de comer nos esperaba una grata sorpresa, nos habían preparado la ceremonia del café en su cabaña típica con todos los detalles cuidados. Por la tarde tuvimos un primer contacto con el refugio y el entorno en el que se encuentra situado. Es de los lugares más bonitos y espectaculares que hemos visitado nunca.

Al día siguiente, Efrén, uno de los chicos de allí, nos llevó al famoso puente de los portugueses. Si ya estábamos maravillados por el entorno del refugio, nos sorprendimos aún más al ver las enormes cascadas, el valle, los animales, etc. Por la tarde nos dispusimos a repartir las camisetas que había confeccionado Miguel Ángel para los niños. Esto fue acompañado con un balón de fútbol, que hizo que las caras de los niños se iluminaran de felicidad.

El domingo, día de culto allí, fuimos a visitar el monasterio de Debre Libanos, el más importante de Etiopía. Tuvimos mucha suerte, porque era un día especial, de la celebración de un santo. Por la tarde nos vimos sorprendidos por una lluvia torrencial. Nos sorprendió mucho la fuerza y la intensidad del agua. Tras esto, nos dimos cuenta de que todo en el país es muy intenso; la comida, el café, incluso la lluvia.

Al día siguiente, nos dispusimos a repartir a los niños las camisetas confeccionadas por Balonmano Caserío. Como la tarde anterior no habíamos podido estrenar el balón de fútbol con los niños por la lluvia, decidimos jugar un partido con ellos. Para ellos era como la final del mundial. Después del partido pasamos un rato con los discapacitados. Esta historia es para escribir un artículo aparte. Compartimos la comida con Luz María, la misionera de la guardería del poblado de Moke Turi, lo que iba a ser nuestro destino para los siguientes tres días.

A la mañana siguiente nos dirigimos a Mechela, un pequeño poblado. Cuando legamos los niños nos recibieron muy alegremente, dándonos besos y abrazos. Llegamos a la escuela y comenzamos con el reparto de zapatos a los niños. A pesar de que la mayoría iban descalzos y el terreno estaba embarrado, muchos niños se quitaban los zapatos y los guardaban como un bien muy preciado. Tras un día intenso nos esperaba otro. Por la mañana participamos en el proyecto de desnutridos, midiendo, pesando y registrando a los bebés, además de repartiendo leche a las madres. Es muy impactante el estado en el que venían algunos niños. Por la tarde, nos dedicamos a la visita de varios pozos, proyectos de los que se encarga Miguel Ángel con diversas asociaciones.

Al día siguiente fuimos otra vez a Mechela, donde nuestra misión era hacer un censo con los niños, midiéndolos y pesándolos. Por la tarde nos dirigimos a Adís Abeba, donde pasaríamos la última parte del viaje.

Estos dos últimos días en el país fueron para visitar la capital, donde vimos los monumentos más importantes, siempre acompañados por amigos como Virtukan y Adis. La noche antes de despedir esta increíble experiencia, cenamos con los amigos que nos habían acompañado durante el viaje y tan bien nos trataron. Una vez en Ciudad Real todos teníamos la misma idea, estábamos deseando volver.