Tras conocerse los primeros precios de algunas varietales, la organización agraria espera que se vayan modificando al alza por la merma de producción y la gran calidad de esta campaña.

La Asociación Agraria-Jóvenes Agricultores (ASAJA) de Ciudad Real confía en que los precios de la uva vayan subiendo en las próximas semanas, a medida que avanza la vendimia en Castilla-La Mancha. Para la organización agraria la publicación de las primeras tablillas responde a una estrategia por parte de las principales industrias de la región. Y es que según explica el secretario general de Asaja Ciudad Real, Florencio Rodríguez, “son precios parciales, solo hacen referencia a algunas variedades, quedan pendientes otras importantes como el cencibel o tempranillo, la uva tinta y la uva blanca”. De los precios que se han conocido se desprende además que se sigue sin hacer una discriminación positiva a las uvas que están en Denominación de Origen; algo que la organización agraria viene defendiendo año tras año, exigiendo pago por calidad.

Asaja entiende que “en próximas fechas los contratos variarán en beneficio de la rentabilidad de los viticultores”. La disminución de la cosecha (entre un 35 y un 50%, según zonas de la provincia) y la gran calidad de las uvas de este año estarían detrás de esa tendencia al alza de los precios.

En este punto, Rodríguez recuerda que “no debe repercutir el precio de las operaciones de vino que se están haciendo en este momento, en el precio de la uva que se está empezando a recolectar”. Teniendo en cuenta que en el primer trimestre del año la región exportó un 12% más de vino pero facturó un 16,3% menos, el secretario general insiste en que “no se trata de vender por vender volumen, sino vender nuestros vinos a unos precios que sean rentables para los agricultores, las industrias y cooperativas”. Y es que “el hecho de ser un país productor que vende muy barato al mercado exterior nos perjudica considerablemente”.

Así las cosas, Asaja defiende que se establezca un suelo en el precio de la uva, que marque los mínimos a los que se pueda vender según las características de cada campaña. Por otro lado, la organización agraria exige trazabilidad y controles exhaustivos sobre la producción real y sus variedades, así como la elaboración, transformación y etiquetado.

Por último, Florencio Rodríguez recuerda que los contratos de compraventa de uva entre industriales y productores son obligatorios y deben ser consensuados entre ambas partes. Explica que son una herramienta fundamental con la que garantizar la transparencia, las condiciones en el precio de la uva y el cobro de los agricultores. “Es clave. Estos contratos nos permiten defender el valor de nuestro producto”, ha dicho.