Agustín Moreno López / Gerente de Tanatorio- Miguelturra y de Funeraria Virgen de la Estrella

Ya comentamos en la revista del pasado mes de junio que, en el siglo pasado, durante la celebración del velatorio era muy normal que los familiares, al caer la noche, ofrecieran un pequeño ágape a los asistentes y alguna bebida, como café o aguardiente. Este pequeño ágape, en numerosas ocasiones, era entendido como agradecimiento de los familiares por la compañía en esos duros momentos.

Pero también, como culto a los antepasados y la creencia de que hay vida más allá de la muerte, en muchos países la celebración de un velatorio sin comida o la ofrenda al propio difunto no tienen cabida.

En la cocina tradicional manchega existe un plato denominado “duelos y quebrantos”, cuya mención ya aparece en El Quijote, e incluso Calderón de la Barca también lo nombra, en su obra El pésame de la viuda.

Según la Guía gastroturística, se dice que los duelos (ayunos) y quebrantos era un plato con el que se podía “quebrantar” el precepto eclesiástico de ayuno y abstinencia que se debía guardar los sábados en los reinos de Castilla. También dice que el origen del plato hace alusión al “quebranto” del ayuno impuesto sobre las carnes de cerdo tanto en las religiones judía e islámica y su posterior “duelo” tras haber violado los preceptos del ayuno.

De una u otra manera, se afirma que es un plato típico asociado a los funerales en nuestra región.

Los “huesos de Santos”, cuya historia se remonta a comienzos del siglo XVII, es otro dulce típico relacionado con los difuntos y que se come el Día de Todos los Santos, o en fechas en las que se homenajea a los muertos, e incluso en Semana Santa y que se consume en casi toda la geografía española.

No podemos dejar de nombrar a México, país donde el culto a la muerte está tan arraigado. Es en México donde el día de los difuntos adultos, que coincide con el día de todos los Santos en la religión católica, los familiares realizan comidas que solían gustar al difunto para recordarle.

Por nombrar un dulce típico de ese día, podría ser el “pan de muerto”, el cual se prepara con motivo de la festividad del día de muertos. Su origen está ligado a los ritos funerarios de las civilizaciones mesoamericanas que poblaban la zona antes de la llegada de los españoles.

Si curioseamos un poco podemos comprobar que muchos son los países que tienen una comida o dulce típico para celebrar el Día de Todos los Santos, la Semana Santa o una festividad funeraria.