Para que nuestras mujeres no se marchen de nuestros pueblos

Carmen Quintanilla Barba / Presidenta nacional de la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER)

Hablar de “despoblación” o de la “España Vaciada” ahora está de moda. Pero cuando AFAMMER comenzó en 1982, nadie hablaba ni de despoblación, ni de las dificultades y las desigualdades existentes en el medio rural, y menos aún de las mujeres que habitan los pueblos.

La mujer rural estaba silenciada e invisibilizada. Su rol estaba relegado al cuidado del hogar y de los hijos, labor que muchas mujeres compatibilizaban con el trabajo en el campo. Un trabajo que no estaba remunerado ni mucho menos reconocido, pues no se consideraba un trabajo en sí, sino que simplemente estaban “echando una mano” a sus maridos o familiares.

Cuando inicié la aventura de Afammer, que fue la asociación pionera del movimiento de la mujer rural en España, no existía absolutamente nada. Ni concepto de asociacionismo para mujeres rurales, ni reivindicación de derechos esenciales para ellas, ni preocupación por reivindicar su figura en el campo. Desde entonces hemos evolucionado mucho aunque todavía no hayamos alcanzado el objetivo de la igualdad real de oportunidades. En estos casi 40 años de duro trabajo hemos conseguido cambiar la perspectiva de nuestros pueblos, hasta encontrarnos en lo que ahora se conoce como la España Vacía, un movimiento necesario al que debemos escuchar porque nuestros pueblos se están desangrando.

No hay que olvidar que cuando hablamos de medio rural estamos hablando del 85% de todo el territorio español y del 20% de la población de nuestro país. Pero a pesar de su magnitud y de su importancia para nuestro país vemos como nuestros pueblos desaparecen y nuestra población está cada vez más envejecida. Una situación que lejos de remitir es cada vez más grave, debido a que las mujeres jóvenes del medio rural son las primeras en marcharse de nuestros pueblos. Mujeres que a pesar de estar cada vez mejor formadas, no encuentran un trabajo acorde con su nivel de formación o en caso de encontrar empleo remunerado este es de peor calidad y con un salario inferior al del hombre según alerta la FAO.

Tenemos ante nosotros el gran reto de garantizar la supervivencia de nuestros pueblos, y asegurar que sus habitantes vivan en condiciones dignas. Y al mismo tiempo, el desafío de conseguir la preservación y conservación de los espacios naturales y de nuestro patrimonio histórico y cultural. Y como hemos dicho siempre y no nos cansaremos nunca de decir en AFAMMER, el futuro del medio rural depende de las mujeres. Por ello, cuando van a cumplirse 20 años de la celebración de la IV Conferencia de la Mujer celebrada en Pekín, donde AFAMMER pidió a Naciones Unidas que estableciera el 15 de octubre como el Día Internacional de la Mujer Rural, tenemos que reivindicar un mayor protagonismo de las mujeres, en especial de la mujer rural en las políticas de desarrollo sostenible. Por ello, desde la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural reclamamos la puesta en marcha de un Pacto de Estado contra la Despoblación con medidas que impulsen y apoyen la inserción laboral y el emprendimiento de las mujeres rurales. Así acabaríamos con las altas tasas de desempleo que sufren las mujeres menores de 25 años, situada en el 50%, frente al 41% de las que viven en las ciudades, pues el empleo es asentamiento de población es justicia social y es igualdad.

Un Pacto de Estado que asegure servicios públicos para nuestros municipios, pues no podemos permitir que el 35% de los hogares rurales en España en pueblos de menos de 10.000 habitantes solamente tenga acceso a un servicio público. No es posible asegurar la calidad de vida de las mujeres rurales y de sus familias si no cuentan con las infraestructuras adecuadas y con servicios y equipamientos básicos.

AFAMMER es una asociación que está cada vez más viva y más comprometida con las mujeres rurales y con sus familias. Sabemos que aún queda mucho por hacer para alcanzar la igualdad de oportunidades en el medio rural, por ello seguiremos elevando la voz de las mujeres rurales en los organismos nacionales e internacionales pues no podemos ignorar a más de un tercio de la población mundial y al 43% de la mano de obra del planeta, y sobretodo, cuando tenemos ante nosotros el gran reto de garantizar la supervivencia de nuestros pueblos, y asegurar que sus habitantes vivan en condiciones dignas. Los cambios en una sociedad siempre son lentos por eso hay que insistir y trabajar sin descanso para lograr metas por muy difíciles que parezcan.