Sesenta y cinco años con sabor a mar en Ciudad Real

Justino Díaz Santos Peco empezó, desde muy joven, a trabajar al lado de su tío, José del Hoyo, mayorista de pescados en Ciudad Real. Y como suele ocurrir con los que sueñan con ser empresarios, tras su servicio militar en Madrid, regresa a Ciudad Real y decide establecerse por su cuenta. Estamos en el año 1952, fecha en la que monta su puesto de venta de pescado en el nuevo mercado de abastos al haber desaparecido el que anteriormente se encontraba en lo que hoy es el Gobierno Civil.

 

Justino junto a compañeros del mercado durante una inundación en las instalaciones de este.

Desde los primeros momentos de esta aventura cuenta con la ayuda de la que entonces era su novia, Josefina Herrera, que posteriormente se convertiría en su mujer. Claro que para ello hubo de pedirle permiso a su futuro suegro, el cual se lo concedió, aunque no sabemos si de buena o mala gana. Es precisamente Josefina la que atiende directamente al público en este puesto, junto a un empleado, ya que el negocio tiene desde sus inicios dos vertientes: la atención al público en la venta diaria y el servicio a bares y restaurantes, tanto de la capital como de los pueblos cercanos, a los cuales se les mandaban los envíos a través de los revisores y autobuses de La Aisa, entre ellos a Malagón, Porzuna, El Robledo, Piedrabuena, Alcolea y Carrión. En Miguelturra y Ciudad Real se repartía con furgoneta propia.

En aquellos años el principal producto que se les enviaba eran gambas, bien cocidas o frescas para hacerlas a la plancha y, sobre todo, mucho calamar, un producto que Justino recibía en bruto, limpiaba y hacía anillas, que era como se les servía a los establecimientos de restauración. En cuanto al tipo de pescado que se vendía en el puesto del mercado, estaba formado fundamentalmente por merluza, lenguado, gallos, pescado azul (como sardinas y boquerones), mientras poco a poco fueron llegando pescados nuevos como el rape. Pero sobre todo era pescado llegado diariamente de las costas españolas, nada de importación. Huelva, Cádiz y Algeciras eran los puertos de origen de un producto que llegaba a través del tren directamente a Ciudad Real o a una nave, situada en la Nacional IV muy cerca de Valdepeñas, en la que descargaban los camiones llegados de diversos puertos. En este caso había que ir con un camión o furgoneta hasta dicho punto de encuentro para recoger los envíos. Años después, y a raíz de llevar cangrejos de río a vender a Madrid, también se empezó a comprar pescado en la capital de España. Los pedidos se hacían a proveedores que se tenían en los diversos puertos, cuyo nombre oficial es el de “exportadores”, haciéndose dos o tres pedidos por semana, aunque en el caso de lo que se recibía de Huelva, gambas principalmente, llegaba a diario.

Aunque ahora es difícil calcularlo, posiblemente en aquellos años se vendiesen unos 200 kilos de pescado diarios. No debemos olvidar que por entonces en la capital había entre 15 y 20 pescaderos, aunque cada uno de ellos solía estar especializado en algunas clases determinadas de pescado. El marisco en general, y los calamares y la merluza eran las especialidades de Justino. Los mariscos siguen siendo una de las especialidades de la casa.

Según van avanzando los años a Justino y Josefina les van naciendo los hijos, cuatro en total, María José, Antonio, Justino y Alberto, que desde muy pequeños van conociendo el negocio y, con el tiempo, empezando a ayudar. Posteriormente María José, tras terminar su carrera de ATS, deja de tener relación con las pescaderías, pero los tres hermanos varones se implican en el negocio de forma cada vez más intensa hasta llegar a hacerse cargo del mismo cuando el padre se jubila.

Su esposa Josefina, en el puesto que durante varios años mantuvieron abierto en la Plaza Mayor.

De momento participan en todas las fases del negocio e incluso acompañan a Justino en sus viajes a los distintos puertos, sobre todo a Algeciras, donde entran en contacto directo con los pescadores, los mayoristas y las lonjas. Esto tenía la ventaja de que se veían y compraban pescados que de haberlo dejado en manos de los “exportadores” nunca hubiesen llegado a Ciudad Real, tanto por la calidad como por el precio. Así en muchas ocasiones compraban directamente en la lonja, aunque en nombre de su “exportador” al cual se le pagaba la correspondiente comisión. Era una generosa fuente de pescado de todas las clases ya que se pescaba mucho en Marruecos. Años después, cuando este país cerró sus aguas a los pesqueros españoles, descendió mucho la oferta. También se desplazan a Mercamadrid, entonces en la Puerta de Toledo, donde al principio, mientras la ley lo permitió, vendían cangrejos y compraban pescado para traerlo a Ciudad Real.

De los hijos, primero es Antonio el que lleva más peso, posteriormente Justino se suma al negocio al regresar del servicio militar y cuando Justino padre se jubila, en el año 2001, los tres hijos se hacen totalmente con el negocio aunque, acompañados todavía por la madre.

Pero a la par que iban creciendo los hijos crece también el negocio, siendo el primer paso la apertura, en los años 70, de una pescadería en la Plaza Mayor (junto a la Frutería Peña, Cafés Barrenengoa o Casa Mazo) a la vez que se mantiene el puesto del mercado. Este nuevo punto de venta estuvo abierto al público hasta que se derribó el edificio, por lo que un poco antes, sobre el año 89, se compró un local en la calle Calatrava, lugar donde se encuentra en la actualidad la pescadería principal de Justino.

La crisis afectó a toda clase de pescados, desde los más caros a los más baratos, incluyendo los mariscos, teniendo su peor momento en las Navidades de los años 2010 y 2011. El marisco fue precisamente uno de los más afectados. A partir de 2014 poco a poco se empieza a notar el aumento del consumo y mayor facturación, aunque tras la crisis también ha llegado más competencia a través de las grandes superficies.

 

El actual punto de venta de Justino en la calle Calatrava.

Finalmente en la calle Calatrava y calle La Mata se mantiene la venta, empezando poco a poco la recuperación, basado sobre todo en una amplia clientela, muy fiel y de muchos años, a la que Justino, desde estas líneas, desea mostrar su agradecimiento. Así en la actualidad se cuenta con estos dos puntos de venta más la nave para distribuir al por mayor a los clientes de los pueblos, centros oficiales y hostelería en general.

Como curiosidad podemos apuntar que el consumo de las diversas clases de pescado en unas u otras épocas se debe, tal y como nos comenta Antonio, a que sus clientes cada vez entienden más, tanto de calidad como de diversidad de pescados, así como a “los consejos de los médicos”, caso en estos momentos del salmón por su Omega3, el pescado azul, mejillón, berberecho, almejas y otros bivalvos. O el pescado blanco para aquellos que siguen dietas de adelgazamiento.

 

En cuanto a las Navidades, el besugo, la merluza y el rape han sido los pescados de toda la vida, junto con las gambas, langostinos y cigalas como mariscos para estas fechas.

Finalmente nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Qué entienden los vecinos de Ciudad Real cuando oyen hablar de “Pescadería Justino”? Nos contesta Antonio: “Para unos significa calidad, para otros que es una pescadería cara, pero nuestra máxima preocupación es traer el mejor pescado al mejor precio posible. Es una fama que tenemos pero que no es verdadera, basta con comparar nuestros precios con los de otras pescaderías de la ciudad”.

Texto: Ayer&hoy
Fotos: Justino