Luis XV de Francia (1710-1774) pasó sus primeros años de reinado en relativa tranquilidad, rodeado de preceptores que le proveyeron de una gran cultura, mientras que el poder efectivo fue entregado a varios regentes.

Al principio, era un rey querido por el pueblo, le apodaron Le Bien-Aimé (el bien amado), y le gustaba rodearse constantemente de mujeres. En cierto momento puso de moda que las damas de la corte pudieran conducir pequeñas carrozas por las calles de París con el fatal resultado de varios atropellos debido fundamentalmente a su falta de práctica. Superado por las consecuencias de su decisión, y sin querer quedar mal ante las damas de la corte, lo dejó en manos de Marc-Pierre de Voyer de Paulmy, conde d’Argenson, que ostentaba el cargo de «Il fut lieutenant général de police» (teniente general de la Policía). Al día siguiente el conde d’Argenson publicaba un decreto que decía lo siguiente: “Se prohíbe guiar caballos a las mujeres cuya edad no sea superior a treinta años”. El éxito fue milagroso, ninguna mujer quiso confesar que tenía más de treinta años y la moda desapareció de inmediato.