Manuel Juliá / Director de FENAVIN.

Hace 18 años FENAVIN abrió por primera vez sus puertas. Lo hicimos cargados de ilusión, con la esperanza de crear un nuevo espacio de encuentro para el sector del vino y empujar su desarrollo y expansión. Era un sueño ambicioso, titánico, pero en esta, su décima edición, podemos decir que lo hemos conseguido. El sector del vino sabe y espera esta cita bianual como su espacio natural, un lugar donde compartir, descubrir y vender, en una feria organizada para sacar el máximo rendimiento a un tiempo concentrado en tres jornadas.

Una de las marcas distintivas de la feria desde su primera edición es su capacidad de crecimiento. En cada edición los números de bodegas presentes, de compradores y de visitantes se han incrementado. Y en esta décima edición volvemos a superarnos. En un espacio de 33.346 metros cuadrados, divididos en 10 pabellones, se concentrarán del 7 al 9 de mayo más de 10.000 marcas de vino de todas las regiones del país, 1.492 de ellas disponibles para su cata en sus condiciones óptimas en la Galería del Vino, en la que se podrán degustar, como es habitual, multitud de variedades, las últimas apuestas comerciales de las marcas y cómo no, las innovaciones más punteras del sector.

La necesidad de estar presente en FENAVIN es palpable entre las bodegas y cooperativas del país, pero también existe esta sensación entre los compradores de todo el mundo, que convertirán Ciudad Real del 7 al 9 de mayo en un crisol de culturas, idiomas y nacionalidades, renovando el impacto económico que la feria deja cada dos años en toda la provincia. En la edición de 2019 será destacable la presencia de compradores de más de un centenar de países, entre ellos algunos difíciles de situar en el mapa, como Yibuti, Benín o Eritrea, que demuestran el interés del mercado africano por el producto vitivinícola español.

Pero la feria no se limita al mero negocio. La difusión de la cultura del vino, la apuesta por el enoturismo o la dimensión social del vino completan el programa de una feria que, nacida en el corazón del gran viñedo del mundo, conoce las aportaciones que el sector del vino puede dejar en el lugar en que se asienta. El vino es y puede ser el motor económico para esa que llaman España vacía y, en FENAVIN, desde las entrañas de La Mancha, lo sabemos bien.

En esta décima edición toca hacer balance, y creo que el reflejo que nos arroja hoy la feria es el resultado de un trabajo bien cimentado sobre la base de un sector que ha encontrado en FENAVIN un espacio en el que se reconoce, pues la nuestra es, probablemente, la feria profesional dedicada al vino español más grande e importante. En España hay otras grandes ferias del sector agroalimentario, en las que el vino tiene su espacio propio, pero solo en Ciudad Real el vino se erige como el único protagonista, solo en FENAVIN cada rincón está pensado para difundir el vino. Durante los tres días de feria, en los pasillos de cualquier pabellón la conversación gira sobre un único tema: el vino.

FENAVIN cuenta con unos cimientos sólidos que se potenciaron desde la primera edición, pero en el desarrollo de estas diez ediciones no hemos perdido nunca de vista las necesidades y potencialidades del sector, la feria nunca ha soltado la mano de bodegueros, compradores o exportadores y eso es lo que la convierte, en esta décima edición, sin ningún complejo, en el lugar en el que todo aquel que tiene algo que decir sobre el mundo del vino sabe que tiene que estar. Hace años que los días de FENAVIN están marcados en rojo en las agendas de esas personas y es así porque saben que en un solo espacio en solo tres días tendrán reunidos a su alcance muchos recursos útiles para ellos, que podrán organizar todo su año de trabajo a raíz de los contactos que generen o refresquen durante esos días.

Ya queda poco, la feria está llamando a la puerta. En esta décima edición todo está dispuesto y preparado, a la espera de esos visitantes que le darán su razón de ser y que consagrarán de nuevo a nuestra feria como el lugar para encontrarse y vivir el vino.