Ahora que estamos de bicentenario es interesante que nos preguntemos por el nombre del famoso Museo del Prado, ya que el nombre ha provocado alguna que otra confusión y algún chiste malo.

El caso es que se refiere a un sitio, el prado, que, efectivamente, era un prado. Se trataba del prado de los Jerónimos, un terreno adyacente al también famoso monasterio.

El museo, en sus inicios, recibió nombres tan poco originales como el de Museo Real de pinturas o el de Museo Nacional de Pintura y Escultura, pero la falta de gancho de estos nombres y el uso popular hizo que, en 1920, decreto ley en mano, se decidiera bautizarlo con su nombre definitivo.

El Prado casi vale más por lo que guarda que por lo que enseña. En total, de sus paredes cuelgan 1.150 cuadros mientras que en sus fondos descansan 8.600 obras que no han visto la luz.