Son mujeres. Empresarias, científicas, creadoras de moda, de buena cocina cinegética, de auténticos tesoros cotidianos, comerciantes y periodistas. A todas ellas les une una misma defensa desde sus diferentes campos: la de la caza y a su vez la protección de la Naturaleza como forma de entender la vida y, en algunos casos, como sustento económico de sus familias y pueblos. Pueblos enteros que, durante la temporada cinegética, reviven esa generación de empleo a través de jornales y creación de riqueza, amén de los puestos de trabajo indirectos.

La Asociación de Familias y Mujeres del Ámbito Rural (AMFAR) y más en concreto su presidenta nacional, Lola Merino, les dio el pasado 20 de octubre la palabra en un café-coloquio organizado con motivo de la celebración de Fecircatur en la plaza de la Constitución de Ciudad Real.

Comenzó el coloquio Gloria Jordán, bióloga de formación y miembro del Instituto de Investigación de Recursos Cinegéticos de la Universidad de Castilla-La Mancha en Ciudad Real, uno de los más importantes del país. Como científica destacó la importancia de la ciencia aplicada, en este caso la aplicación de las investigaciones cinegéticas en conservacionistas o ciudadanos de a pie. Pese a no ser cazadora, apuntó, “trabajamos por la caza, sé lo que esta ayuda a la conservación del medio ambiente y es un valor muy importante a transmitir”. Transmitir, sobre todo, a jóvenes y nuevas generaciones como hizo con un proyecto en colegios de España explicando lo que es la caza en realidad y todo lo que representa. Además, quiso también desmitificar la rivalidad ecologistas-cazadores que medios de comunicación tienden a confrontar advirtiendo de que el mundo de la conservación y el ecologismo es muy sensato y son varias las organizaciones que cooperan con el sector cinegético y de la caza para transmitir valores de protección y respeto por la Naturaleza.

Le siguió Ángela Ormeño, empleada de banca y rehalera por tradición familiar. Valoró el papel de la mujer en el mundo cinegético señalando la gran capacidad de adaptación. Indicó que una rehala supone un trabajo y una dedicación que no se ve ni se puede medir en tiempo ni en dinero con labores al pie del cañón como limpieza diaria de los perros, alimentación, cruces, cuidados… aparte de las tareas administrativas, el trabajo profesional y las labores del hogar.

En tercer lugar intervino Belén García Castro, del restaurante mesón Octavio. Hizo un alegato en defensa de los platos de caza, que son de calidad, saludables y económicos y que se pueden degustar desde edades tempranas. Procede de Quintos de Mora (Toledo) donde ha estado rodeada e imbuida del amor por lo que la caza supone, disfrutando de los platos cinegéticos que su madre elaboraba. Hoy, desde su atalaya en Ciudad Real reclama una mayor defensa de lo nuestro con parajes cinegéticos de extraordinaria calidad para servir en nuestras mesas.

En cuarto lugar, Pilar Pozo Pizarro, de Agudo, dedicada al comercio de carne de caza, señaló que, curiosamente, se exporta el 90% de la carne de caza de España a Europa y que en el interior se consume menos del 3% cuando es una carne natural, no tabulada y ya en programas de cocina como ‘Las manos en la masa’ de Elena Santonja se elaboraban gran cantidad de recetas de caza. Como mayoristas, también comercializan las cuernas de ciervo, con el desmogue, producto muy apreciado en China por sus propiedades afrodisíacas.

La quinta en intervenir fue Victoria Díaz-Patón Porras, veterinaria y artesana cinegética. Ella trabaja toda la vida con huesos y todo aquello que no es útil al hombre, “lo que no se comen los buitres”, aclaró. Huesos, cuernas… que trabaja minuciosamente para elaborar auténticas joyas cinegéticas, collares, pulseras, prendidos originales que cierran el círculo de un amor a lo que ofrece la Naturaleza, aprovechando lo que ya nadie utiliza. Joyas y objetos que pueden admirarse en un stand de Fecircatur con el nombre de Toya Patón.

Interesante también es la labor de Angelina Ruiz, directora de la Pasarela Ciudad Real que confesó desconocer a fondo este mundo hasta que hace tres años Lola Merino le propuso realizar un desfile de moda cinegética. “Es un mundo que mueve  mucho dinero ya que es una moda versátil que se traslada al mundo urbano, donde se mezcla lo práctico con lo estiloso; sin duda, es una gran parcela por explotar”.

Concluyeron el coloquio dos cazadoras: Ana Belén Parra, presidenta de Amfar en Viso del Marqués y Teresa Piqueras, regente de una administración de loterías de Los Yébenes (Toledo). La primera procede de una familia de guardas y es la primera generación dedicada a la caza, en la Encomienda de Mudela, “la caza es mi vida, lo que cazamos nos lo comemos, siempre respetando la Naturaleza. El campo me da todo, es mi energía”, comentó.

Diferente es el caso de Teresa, urbanita, procedente de Madrid, desconocía totalmente la caza hasta que contrajo nupcias con un vecino de Los Yébenes de familia de tradición cinegética. Para mí, dijo, “el campo y la caza van unidos, los olores, el invierno, las perdices… me gusta todo y ese amor se lo transmito a mis tres hijas”. En Los Yébenes se habla de caza desde enero a diciembre, añadió, con una tradición y economía basada en el sector. Ahora no lo cambiaría por nada, la caza es su forma de vida, ultimó.